La mayoría de los animales se comportan de forma muy distinta dependiendo de su estado metabólico. El hambre es mala consejera. En el reino animal tener hambre es una señal de alarma grave que sólo se resuelve cuando se sacia el apetito. Por eso los animales actúan de forma más arriesgada cuando están hambrientos, si no comen su vida corre peligro y, por tanto, tienen poco que perder.
Un equipo de investigadores del Universtity College London, del Reino Unido han demostrado que la toma de decisiones que impliquen riesgo económico se ve afectada en seres humanos si estas decisiones se realizan estando hambrientos. A pesar de que ya se sabía que los estados metabólicos de necesidad contribuían a modificar el humor y los comportamientos humanos (y no hace falta ser científico para comprobar que las dietas suelen ir acompañadas de ansiedad y mal genio generalizado), estas transformaciones no habían sido demostradas en la toma de decisiones de carácter económico. Este grupo del Departamento de Metabolismo y Terapias Experimentales del UCL acaba de publicar los resultados de un estudio en la revista PLoS ONE.
El sistema que regula el hambre permite que la acción de las hormonas circulantes alcance al sistema nervioso central, de modo que nuestro comportamiento, nuestro sentido del riesgo y las zonas cerebrales relacionadas con los sistemas de recompensa, se ven afectadas por la falta de nutrientes. También en las decisiones económicas, como acaba de demostrar este estudio.
Jugarse el dinero en bolsa, o ir a un supermercado se convierte en una actividad de alto riesgo si se hace bajo los efectos del ayuno. Con hambre todas tus decisiones financieras se tomarán en un estado mental “alterado”, tu sentido del riesgo estará distorsionado y tus acciones serán menos meditadas y más impulsivas, por lo que tienes más papeletas para equivocarte. Después de comer, además de tener ganas de echarse una siesta, los humanos tenemos una mayor tendencia a evitar el riesgo.
Los investigadores afirman que este estudio podría explicar algunos comportamientos patológicos en personas con trastornos alimentarios. En el caso de las personas obesas, por ejemplo, la búsqueda y el gusto por el riesgo aumentan considerablemente después de una buena comilona. El equipo de investigación asegura también que su estudio tiene implicaciones directas en los análisis de transacciones económicas. Tal vez el que lió la crisis estaba sin comer.